Hace apenas unas semanas estuve en la hermosa ciudad colonial de Savannah (Georgia) fundada en épocas de las Trece Colonias. Fue un viaje con mi madre y lo disfrutamos mucho, sobre todo porque la ciudad es muy hermosa y vale la pena visitarla. Pasamos momentos muy agradables, a pesar de que el calor en este periodo puede ser agobiante.
Les dejo lo que he escrito sobre el viaje en El Nuevo Herald:
Savannah, la ciudad colonial de Georgia / El Nuevo Herald / William Navarrete
Savannah, la ciudad colonial de Georgia
William Navarrete*
Nos fuimos unos días a Savannah, mi madre
y yo, a conocer esta ciudad que data de la época en que las Trece Colonias
americanas estaban en pleno auge. Hacía tiempo que habíamos oído hablar de sus
encantos y era una visita pendiente. Viajamos tal vez en un mes poco apropiado,
porque en julio el calor y la humedad pueden ser agobiantes. De modo que,
tomamos las medidas necesarias para no deshidratarnos y no exponernos mucho al
sol durante las horas en que pegaba más fuerte.
Cuando se llega a Savannah procedente de
Miami uno tiene la impresión de cambiar completamente de dimensión. La ciudad
tiene algo menos que 150 000 habitantes y su Centro Histórico puede
recorrerse caminando sin dificultad. Lo mejor, por supuesto, sería alquilar una
habitación en dicho Centro para recorrerlo a toda hora, sin peligro ni
necesidad de recurrir a los servicios de transporte. Para aquellos que no les
guste o que no puedan caminar existe una red de autobuses gratuitos, cuyas
siglas son DOP, que atraviesa el casco histórico en dos direcciones: norte-sur
y este-oeste. Las paradas están marcadas en los sitios de interés, de modo que
uno puede bajarse, visitar y esperar el próximo DOP para continuar la visita.
Situada al este del Estado de Georgia, no
lejos del océano y a orillas del río que le dio nombre, Savannah fue fundada en
1733 por el general James Edward Oglethorpe, al que acompañaban unos 120
pasajeros a bordo del navío escocés Anne. A estos pioneros se sumaron
ese mismo año varias familias portuguesas y judías que huían de la Inquisición.
Se dice que Savannah es la primera ciudad
planificada de Estados Unidos. Su plano, perfectamente reticulado, con amplias
manzanas ritmadas por hermosos jardines (unos 22), así como por bulevares que
las atraviesan, no desmienten esta condición. En manos de los ingleses hasta
1782, puede considerarse una de las ciudades más antiguas y mejor conservadas
del país. Durante el siglo XIX su importancia fue decreciendo y, con la
abolición de la esclavitud (más del 50% de la población es de origen
afroamericano), se perdió la mano de obra que trabajaba en sus plantaciones e
industrias. Sin embargo, hoy en día, su puerto es uno de los de mayor tráfico de
todo el país e impresiona ver desde River Drive los enormes buques cargados de
contenedores que transitan por el río. A pesar de ello, nada perturba la calma
y el encanto, pues el puerto se encuentra alejado del centro.
Tiene Savannah una catedral católica (la
de San Juan Bautista), erigida por los colonos franceses que tuvieron que huir
en 1802 de los últimos embates de la Revolución en Haití. El cementerio
colonial Bonaventura es otro de los puntos de interés, cuanto más que se dice
que los fenómenos paranormales son frecuentes en la ciudad, y no son pocas las
casas encantadas y los sitios en que los espíritus campean a sus anchas. De
hecho, hay una gira nocturna para visitar los lugares en que han ocurrido
sucesos relacionados con fantasmas.
Las plazas ajardinadas (squares) son
numerosas (Madison, Lafayette, Columbia, Crawford, Franklin, Monterey, etc.), y
todas tienen en el centro monumentos o hermosas fuentes, amén de arboles
centenarios. El mayor parque es el Forsyth, con más de 30 acres, creado en 1851,
y también el más imponente pues abarca varias manzanas. Abundan los cedros, las
azaleas y otros hermosos árboles, y ocupa su centro una hermosa fuente de 1858.
Lo rodean decenas de mansiones sureñas, muchas de estilo victoriano, otras en
estilo Greek Revival y, al principio, la centenaria Armstrong Kessler,
construida en 1919 por Henrik Wallin, en estilo neo-Renacimiento italiano.
Hay muchas casonas antiguas dignas de
visitar que acogen museos y fundaciones. Una de ellas es la Mercer Williams
House, en donde vivió uno de los personajes de la novela Midnight in the
Garden of Good and Evil, de John Berendt, y la Davenport House, concebida
en 1820 en estilo federal, casa perfectamente conservada con su mobiliario de
época, de visita guiada obligatoria. También la Old Pink House, en Reynolds
Square, una de las más antiguas, ocupada hoy en día por un lujoso restaurante.
O la Juliette Gordon Low House, la mansión de la fundadora de las Girls Scouts
norteamericanas, con visitas guiadas a través de los salones ambientados con
los muebles y objetos de su propietaria.
En Chippewa
Square se encuentra el Historic Savannah Theatre, del que se dice que es el más
antiguo de Estados Unidos aún en funcionamiento (desde 1818), aunque fue
remodelado en estilo art-Deco en 1948. Fue en este parque en que se filmó una
de las escenas de la película Forrest Gump. De hecho, abundan los viejos
cines y teatros de las décadas 1920-1950, como el Lucas Theater (1921) o el
Trustees Theatre, que forma parte actualmente del célebre SCAD (el Savannah
College of Art and Design). La mayoría de las tiendas y espacios comerciales se
encuentran en la calle Savannah College of Art and Design, y entre los sitios
de interés se encuentra la heladería Leopold’s, casa fundada en 1919, y la
Marshall House, un hotel de 1851 que ha conservado la estructura y decoración originales.
Vale la pena
tomar la gira en trolley que propone el Old Town Trolley Tours. Por unos $40
por persona si se compra in situ, se puede recorrer toda la parte
antigua, subir y bajar tantas veces cuanto se desee. Se trata de trolleys
abiertos, que imitan a los tranvías de otrora, de modo que resulta cómodo sacar
fotos desde la cabina. Los conductores, muy amables, van explicando cada sitio
de interés. El personal es tan atento y delicado que nosotros olvidamos un
bolso con compras y, al día siguiente, nos los trajeron desde la oficina
central de la compañía hasta el sitio en que habíamos comenzado nuestro tour.
Se dice que en
Savannah está la calle más hermosa de Estados Unidos, la Jones Street. Se puede
visitar la hermosa Telfear Academy, museo de bellas artes, frente a la plaza de
ese nombre. El edificio data de 1819 y hay varias salas con obras de arte
europeas y norteamericanas desde el siglo XIX. El Ayuntamiento es un elegante
edificio que ocupa el lugar de la Bolsa, demolida en 1904. Y no lejos de allí,
el City Market es una arteria peatonal en donde abundan los restaurantes,
tiendas y otros comercios, entre los que se destaca la conocida fábrica de
galleticas Byrd’s, fundada en 1924.
Una de las atracciones
es tomar el crucero por el río Savannah cuyo recorrido permite ver desde la
cubierta el antiguo fuerte Jackson (1808). Nosotros quedamos bastante
decepcionados de la travesía porque no vimos gran
cosa y porque el presentador no paró de hablar un solo minuto, ni de lanzar
chistecitos que no daban gracia durante la hora de recorrido. De modo que no es
imprescindible esta opción.
La comida es
sureña, con todo lo que esto significa. A quienes les gusten los platos
picantes, las frituras, el pollo empanizado y las ostras la pueden pasar muy
bien. Lo único que lamentamos es haber descubierto cuando ya íbamos en taxi
camino del aeropuerto la existencia de Rancho Alegre, un restaurante cubano que
desde 1999, de padre a hijo, se ha convertido en una de las instituciones
gastronómicas de esta inolvidable ciudad.
* Escritor francés, establecido en París