24/1/16

El Testamento del primer propietario del Hato de Holguín / Enmendando un error de tres siglos


Necesaria rectificación (tras ser hallado el testamento) de un error arrastrado desde hace más de tres siglos sobre el primer propietario del Hato de la Costa Norte del Bayamo, llamado luego "de Holguín" y sobre la biografía del fundador Diego de Holguín, "el Viejo" y de su heredero e hijo natural Francisco de Holguín, entremezcladas hasta el día de hoy.

Leerlo en esta entrada antigua del blog, hoy rectificada con los datos actuales. Pulsar:

Francisco [García] de Holguín / rectificación después de encontrar el testamento de su padre Diego de Holguín "el Viejo".




23/1/16

Genealogía cubana. San Isidoro de Holguín / por la Asociación de Diplomados en Genealogía, Heráldica y Nobiliaria / Madrid

Una reseña del libro Genealogía cubana. San Isidoro de Holguín (Ed. Aduana Vieja, Valencia, 2015), por la Asociación de Diplomados en Genealogía, Heráldica y Nobiliaria, radicada en Madrid.


Para ir a la página de la reseña pulsar en: INFORMACION BIBLIOGRAFICA



Genealogía cubana. San Isidoro de Holguín

Publicado por el escritor cubano establecido en París, William Navarrete, en colaboración con la economista y profesora de la universidad floridana de Saint Thomas, María Dolores Espino González-Longoria, Genealogía cubana. San Isidoro de Holguín (Ed. Aduana Vieja, Valencia, 2015) se apoya en el censo o padrón efectuado por un funcionario del Cabildo de la villa de San Salvador de Bayamo, región oriental de Cuba, en febrero de 1735, en época en que el incipiente poblado de Holguín (hoy día tercera ciudad de Cuba en población y recientemente bendecida por el Papa Francisco en su viaje pastoral a la Isla), no era más que un caserío con 114 viviendas que no había obtenido aún, por parte de la Corona, el título de Villa.

Dicho censo (Padrón de las casas y familias y todas las personas estantes y ha(v)itantes de este pueblo de San Isidoro de Holguín), conservado en el Archivo de Indias (Santo Domingo, 497) es el primer documento en que se mencionan los fundadores de la futura Villa. En él aparecen encabezando cada núcleo familiar: el pater familias, su esposa, los hijos que viven solteros bajo su mismo techo, otras personas vivientes, así como los esclavos y sirvientes de las casas que disponen de ellos. Entre paréntesis el funcionario añade la edad para cada uno de los empadronados y, en ocasiones, el grado militar de quienes se desenvuelven en este ámbito.

Como queda aclarado por el autor en la Introducción del libro, quienes se han acercado al padrón de 1735 (transcrito con anterioridad por Peter E. Carr en un folleto sobre censos cubanos de los siglos XVI, XVII y XVII), no logran identificar, entre quienes aparecen empadronados, a sus propios ancestros. La dificultad estriba en el hecho de que solo se menciona, y en ocasiones con errores de transcripción por parte de Carr, el primer apellido de cada individuo, y se ofrecen datos erróneos sobre los lazos familiares entre estos. El volumen de 280 páginas propuesto por William Navarrete corrige los datos ofrecidos, los comenta y amplía según cada caso, añadiendo las fechas de bautizo, matrimonio y defunción de cada empadronado, mencionando los libros y folios en el archivo parroquial holguinero en que se hallan y, completando la descendencia de cada familia hasta los nacidos en fechas posteriores a febrero de 1735, límite temporal del Padrón.

Holguín es junto al pueblo pinareño de Cortés la única villa de Cuba que debe su nombre a un conquistador. El sitio le fue otorgado como hato, encomienda o naboría de indios, a principios del siglo XVI, al extremeño García de Holguín, al parecer originario de Cabeza de Buen, quien participó en la expedición de Francisco de Grijalba, enviada por el Adelantado de Cuba Diego Velázquez de Cuéllar a México, para detener el empuje de Hernán Cortés. Luego, pasó a las tropas de este último y participó en la captura de Guatemocín (Cuauhtémoc), último príncipe azteca, el 13 de agosto de 1521. Permaneció el hato cubano, durante todo el siglo XVI y parte del XVII, en manos de la descendencia de García de Holguín y empezó a poblarse lentamente, con sus nietos y bisnietos, hasta que la pérdida por parte de la Corona española de la isla de Jamaica (1655) ocasionó lo que el autor considera en su libro como una ‘‘explosión demográfica’’, debido a que las villas cubanas de Santiago de Cuba y San Salvador de Bayamo asimilaron entonces buena parte del éxodo. A partir de esta coyuntura histórica algunos habitantes de Bayamo (muchos de ellos exiliados jamaicanos) encuontran asiento en las tierras del noreste (actual territorio de la ciudad de Holguín).

De este modo, en 1735, el crecimiento de la población alrededor del hato, originalmente fundado por García de Holguín, obliga al Cabildo bayamés a establecer un padrón de habitantes. La escasa bibliografía impresa sobre el siglo XVIII cubano (el autor recuerda que la imprenta llegó a la Isla en 1723 y se desarrolló muy lentamente) y lo poco que se ha ahondado en materiales de archivos referentes a este periodo, hacen de este libro una fuente bibliográfica de gran interés no solo para quienes realizan consultas genealógicas sino también para los interesados en conocer la composición social de un asentamiento español tipo en el Caribe antillano.

También recuerda que se ha perdido mucha información por el deterioro de los libros parroquiales, conservados en la iglesia de San Isidoro de Holguín a partir de 1729 para los bautizos y de 1730 para matrimonios y defunciones. Los testamentos y protocolos que se hallan en los archivos provinciales son también motivo de preocupación. El hecho de que todos estos manuscritos no hayan sido digitalizados ni copiados, nos dice el autor, y de que la humedad y la manipulación constante hayan dañado muchas hojas, nos colocan ante a un patrimonio muy frágil, en peligro de que desaparezca irremediablemente un día. De ahí, la urgencia de transcribir la mayor cantidad de material posible y de ofrecer la información más completa a partir de las fuentes que han perdurado. Una tarea en la que se ha enfrascado a distancia, desde París, durante las últimos diez años.

En las páginas que preceden al Padrón, William Navarrete establece la genealogía de 17 apellidos fundadores de Holguín. De ellos, proceden de la colonia de Jamaica perdida los siguientes: de Almaguer, Hechavarría, de Leyva, Ricardo de Armendía, Pupo (originalmente Ponce de León), Proenza y de la Torre. De las islas Canarias llegó el primer de la Cruz, de Villa de Pravia (Asturias) el apellido de Ávila, de Soria el primer Batista (Batista-Bello de Castro Almira originalmente) y de Córdoba, entre los fundadores de Holguín, el linaje del Corral. Completan la lista de genealogías abordadas las de los apellidos de Escalona, de Fonseca (presente en Canarias antes de establecerse en Bayamo), González de Rivera (linaje portugués establecido en Cumaná, actual Venezuela, antes de llegar a la región oriental de Cuba), Rodríguez de Leytía (procedente de Santiago de los Caballeros, La Española), Vázquez de Zamora (sevillano) y, finalmente, Moreno de Navia, Paneque, de la Peña, de los Reyes, Reynaldos, Serrano y Velázquez de Cuéllar, establecidos en Bayamo desde el siglo XVI y principios del XVII. De todos ellos se ofrecen el primer individuo que se establece en Cuba, así como su descendencia hasta la fecha aproximada de 1750, en que nacen los últimos hijos de los empadronados en el documento de San Isidoro de Holguín.

Vale la pena recordar que en materia de genealogías cubanas los trabajos más completos que han sido publicado corresponden a Historias de familias cubanas (9 tomos), de Francisco Xavier de Santa Cruz y Mallén, conde de San Juan de Jaruco; Dignidades nobiliarias cubanas y Genealogías habaneras (en 4 tomos), ambos de Rafael Nieto Cortadellas, así como algunos estudios muy completos de apellidos publicados por sus autores. Genealogía cubana. San Isidoro de Holguín se añade, en lo adelante, a las bibliografías más completas en esta disciplina.